Los gallos tienen una cresta grande de color rojo en la cabeza, considerada un símbolo de dominancia. Las gallinas tienen una coloración menos llamativa, y los apéndices carnosos de la cabeza son menos prominentes.
Las gallinas tienen varios tipos de protuberancias carunculares en la cabeza: unos lóbulos que cuelgan de los dos lados del pico, así como una cresta en el píleo. El dorso está cubierto de una capa de plumas de color dorada, que se extiende desde el cuello hasta la espalda.
La cola está integrada por plumas grandes, arqueadas y oscuras, que brillan de color azul, verde o púrpura bajo la luz. En ambos lados de la cabeza tienen dos machas blancas, que la distinguen de otras especies similares.
Existe otra gran divergencia entre los gallos y las gallinas. Entre los meses de junio y octubre de cada año, los primeros adquieren un plumaje largo de color negro que se alarga hasta la mitad del dorso, mientras que el resto del cuerpo permanece recubierto de plumas anaranjadas. En las hembras no se distingue ningún cambio, pero sí mudan de plumas durante ese período.
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